Categories: Educación

by Diana

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Categories: EducaciónPublished On: septiembre 5th, 2023

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La Educacion -Educaih

LA EDUCACIÓN EN BUSCA DE SU SENTIDO ÚLTIMO

Tradicionalmente se le atribuye a la educación la función de preparar a los alumnos para la vida. En la era industrial se fue fraguando la escuela obligatoria. Conseguir que los niños puedan adaptarse a la sociedad y desempeñar una profesión era muy importante.

Napoleón (y otros después) tuvo mucho interés en que se enseñara en la escuelas de Francia las “bondades” del emperador. A menudo la escuela tiene sesgos ideológicos, y es una tendencia en alza en la actualidad.

Por tanto, nos encontramos con una tendencia que busca adecuar la escuela a las necesidades de la sociedad y otra que busca ir generando en la educación la sociedad deseada. Pero en ambas tendencias no se tiene en cuenta al sujeto que aprende, al alumno, al niño o al joven. No se contemplan las necesidades de las personas, pues bajo el prisma de la era industrial y post industrial el individuo debe someterse a las necesidades de la sociedad (tal vez entendiendo por ello someterse a las necesidades del sistema económico).

Ante los vertiginosos cambios que nuestro mundo está sufriendo es normal repensar la función de la educación; el debate está en todo lo alto sobre si lo que se aprende en ella es útil para dar herramientas a los alumnos a desenvolverse en el incierto siglo XXI, el gran cambio social y tecnológico y con grandes retos en relación a la sostenibilidad y el cambio climático.

Antes que su función hay que recuperar el sentido último de la educación. Antes que la función es el sentido… ¿Para qué la Educación?

La vida es aquello que pasa mientras estamos ocupados… Cumplimos roles, desempeñamos tareas distraídos de nosotros mismos, siempre yendo hacia afuera y sin saber conectar con nosotros mismos… mientras sentimos la necesidad de una vida más plena. Entonces cuanto más inmaduros más distraídos vivimos de lo esencial; que no es algo externo sino algo intrínseco a nosotros.

No nos sirve con adaptarnos al mundo, queremos salir de la angustia y de un mero estado de supervivencia para tener una vida plena. Para ello es imprescindible conectar íntimamente con nosotros mismos y entregarnos a un trabajo interno de maduración constante.

Si asumimos que madurar y crecer psicológicamente es el destino de todo ser humano, es la vocación de vida, la única Tarea de la que realmente debemos ocuparnos más allá de toda tarea, entonces la Educación debería garantizar precisamente eso.

El potencial humano sólo puede desarrollarse bajo ciertas condiciones, esencialmente desde vínculos significativos basados en el amor.

La Educación que tenemos es hija de la inmadurez emocional y la cultura de la dependencia.

El determinismo biológico de plantas y animales en el ser humano es sustituido por la Interioridad. Una semilla de manzano sólo puede crecer y ser un manzano. En lo humano hay una construcción de la identidad a partir de la voluntad y las elecciones generadas desde las relaciones y sus vínculos. Esas elecciones pueden tomarse en base a circuitos del amor o del miedo. Cuantas más elecciones hacemos desde el miedo más nos alejamos de nuestra Identidad Esencial y más superficial y basada en lo externo es nuestra identidad.

Solo una Educación centrada por y para las personas puede invitar a los alumnos y docentes a transitar la necesaria Interioridad, para conectar con uno mismo, aprendiendo a ser lo que realmente son, a construirse desde una emocionalidad madura, desde la confianza y una sana autoestima que desarrolla en libertad el potencial intrínseco de cada ser humano.

Cuando sabemos que lo importante no es el currículo o los contenidos hay muchas cosas que cambiar en Educación. Cuando el centro son las personas y sus necesidades esenciales de significado, autoestima, valor y coraje hemos de cambiar muchas cosas en la educación que actualmente tenemos.

Y el primer paso es la maduración emocional docente. Porque el docente es el corazón, el guía y el agente de cambio primordial. Porque cuando cambia el docente cambia la Educación.

Dado que hay una tendencia innata a desplegar el potencial, el fin más alto y sagrado de la Educación es el de acompañar desde el respeto y el amor al otro para que lo despliegue y sea quien está destinado a ser.

Y para poder acompañar así el docente ha de estar en ese mismo proceso, conectando con su propia Esencia. Pues desde su Presencia en el aula se dan o se cercenan permisos para abordar la interioridad, para poder Ser; o se sigue alimentando la educación basada en autoridades, bulímica, descontextualizada, fomentando la cultura de la dependencia y la inmadurez emocional.

Recordemos cada día como docentes y como adultos que el aula es el espacio de las relaciones y los vínculos donde nos jugamos el potencial humano.

El sentido que le damos como sociedad a la Educación tiene que ver con el sentido que le damos a la vida humana. Si somos capaces de no quedarnos en el deber y el hacer neurótico, aplacando necesidades esenciales con sucedáneos que no son capaces de acallar la necesidad de sentido y de plenitud, podremos encontrar un espacio de desarrollo humano en el que se pueden dar condiciones para que germinen las fortalezas y los talentos, para desplegar el potencial humano y vidas plenas, con sentido, significativas.

Francisco Riquelme Mellado.

Director del CEA Mar Menor de Torre Pacheco (Murcia) y docente en la Educación Pública desde hace 30 años.

Formador, coach y emprendedor de proyectos educativos.

Coordinador y coautor del libro “Educar para ser. La Educación en busca de sentido” (Ed. SM).

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