by Diana
Share
Compartir

El Juego
Empezaré haciendo una pregunta sencilla en apariencia pero que evoca un sinfín de imágenes y sensaciones;
-¿Cuándo fue la última vez que jugaste?
Para hacerlo más fácil (o no) tomaremos la definición del término juego según la RAE;
Ejercicio recreativo o de competición sometido a reglas, y en el cual se gana o se pierde.
Leyendo esta frase me atrevería a decir que los 33 señores y las 8 señoras de la RAE hace tiempo que dejaron de ser niñ@s y no recuerdan lo que es EL JUEGO, hacen referencia al juego recreativo de los adultos, competitivo, con reglas y donde lo importante parece ser vencer, aunque muchas personas encontrarían acertada esta definición yo no lo tengo tan claro.
Y ¿qué hay de saltar a la comba cantando, o de hacer castillos en la arena, o de jugar con tu perro? Por poner algunos ejemplos, aunque estoy segura que se os ocurren muchos más. ¿No son acaso formas legítimas de divertirse, que se ajustarían a lo que entendemos por juego y sin embargo nadie gana, otra cosa que no sea diversión, y mucho menos, pierde?
Este escrito está enfocado a defender el juego libre, el juego sin ton ni son, el juego por el juego, sin reglas, sin otra intención que desarrollar la imaginación y establecer una relación sana y alegre con el medio y con los que participan en él.
En mi breve experiencia de casi 4 años en un jardín de infancia, en la línea de la Pedagogía Waldorf, con niños y niñas de 2 a 4 años, pude observar el poder transformador del juego libre.
La primera actividad del día era el juego libre, mientras iban llegando. Se llevaba a cabo en una sala despejada, con cestos donde se encontraban telas de colores, cintas tejidas, piezas de madera de diferentes tamaños y formas, cestos, piedras…materiales naturales y poco elaborados para que la imaginación del niño le diera forma y vida. La intervención del adulto era mínima, la jardinera podía coser y cantar, tal cual o hacer otras tareas, (nada de estar mirando el móvil como hacen muchos adultos en la actualidad) recreando un pequeño hogar y así cantando a ratos, comprobar el poder balsámico de la música, cantada por la voz humana y en directo, siempre cantando canciones infantiles, sencillas y acorde con un estado anímico calmado. (nada más lejos de esas canciones de adultos con las que l@s niñ@s participan en esos abominables concursos televisivos encarnando versiones reducidas de “gente mayor” y en ocasiones atormentada…) y cada cual a lo suyo y a su ritmo.
Con esos simples elementos se crea la magia y pasa una hora y algo más, mientras l@s niñ@s recrean situaciones familiares, pequeños o grandes conflictos como un nuevo hermanito, alguna enfermedad, discusiones, miedos o historias inventadas sobre la marcha que de alguna forma crean un orden en su interior y les permite continuar el día y afrontar nuevas experiencias.
Es después de este ejercicio liberador que están preparad@s para llevar a cabo actividades artísticas, físicas, manuales y de atención. Se le da mucha importancia a ofrecerles la posibilidad de experimentar con sus sentidos en un entorno seguro, los materiales deben ser lo más naturales posibles para que se acostumbren a manejar con sus manitas diferentes pesos, texturas, temperaturas, plasticidades y con los colores que se encuentran en la naturaleza, de donde muchas veces proceden y han sido recogidos durante los paseos diarios por el bosque (en nuestro caso, teníamos la inmensa suerte de que la escuelita estaba ubicada al lado de un bosque de encinas con setas en otoño, espárragos entrando la primavera y charcos en invierno). Esa diversidad natural es observada con curiosidad y aprovechada al máximo, recuerdo con mucha alegría a es@s niñ@s corriendo por el bosque, como pequeños elfos, recogiendo palos, florecillas ( con medida y pidiendo permiso a la planta para agradecérselo después) caracoles vacíos, entre árboles, siempre a la vista pero con espacio, y como nos equipábamos los días de lluvia para salir y chapotear en el barro…después teníamos nuestro arduo trabajo de limpieza pero valía la pena. Muchas de esas bellotas, caracoles y piedras iban a decorar la mesa de estación que se hallaba en un rincón de la escuela, también se ponía alguna imagen de los seres del bosque y con telas del color de la estación en curso y cada cual lo colocaba en donde le parecía más adecuado o dejaba esa labor a la jardinera.
Hay mucho que decir sobre el juego, este artículo ha sido una pequeña introducción que se puede ir desarrollando si existe interés sobre el tema.
Para resumir brevemente:
Juego y naturaleza hacen, en general, niñ@s felices.
Como ejercicio, volvemos a la pregunta inicial;
¿Cuándo fue la última vez que jugaste?
Cierra los ojos y piensa.
Gracias.
PERMAMECER AL DIA